
No sé cuándo me empezaron a conquistar los títeres y marionetas. Supongo que al principio me gustaban como les gustan a todos los niños. Luego esa fascinación por el muñeco en movimiento, con su capacidad de remedar historias de los hombres y sublimarlas o ridiculizarlas sin compromiso, con entera libertad, me fue llevando ya a un interés de otro tipo, digamos un poco más elaborado. Sin embargo, he de reconocer que mi relación con los títeres y marionetas es mucho más emocional que intelectual. Me gustan en sí mismos, como objetos. Pero además para mí son mágicos. Como lo han sido en realidad desde el comienzo de su historia entre los humanos, puesto que su origen parece estar ligado a todas luces con las ceremonias y creencias religiosas: en Egipto, en China, en India, en Turquía, o luego ya en Grecia y Roma. El cristianismo los desterró luego de su mundo, mas ellos resurgieron.
A lo largo de la historia ni títeres ni titiriteros han tenido buena prensa. Siempre han sido mirados de reojo y con mucho resquemor por los poderes establecidos. Incluso han sido prohibidos en varias épocas. Su ligazón con los seres humanos es, no obstante, mucho más importante de lo que cualquier poder puede manipular. Tiene que ver con lo que no llegamos a explicarnos. Con nuestros espejos. Con nuestra necesidad de conjurarnos en historias que nos exorcicen del tiempo, del espacio y de su fatalidad. El títere pertenece al mismo rango expresivo que la pintura, el teatro, el cine, el video: nos cuentan cosas de nosotros mismos mediante imágenes subyugantes. Sobre todo al de los tres últimos, porque el títere necesita también movimiento para completar su poder. Acaso el primer títere fue el mismo hombre prehistórico en su cueva, es decir la sombra de ese hombre. Por eso un títere quieto, una marioneta en reposo, tiene algo perturbador que desaparece en cuanto se mueve. Por eso nos fascina tanto la relación de los muñecos y sus manipuladores, cuando éstos se convierten a su vez en parte del espectáculo, desde los actores que actúan junto a los títeres y marionetas hasta los ventrílocuos.
Tengo en casa algunas marionetas. Todas, menos una, me las han regalado amigos generosos que me conocen. La última ha venido desde Birmania en manos de Marisa Lamarca y es la que pongo en la fotografía. La más rara es una marioneta que me representa a mi misma. La hicieron hace bastantes años otros amigos con sus propias manos y es una imagen muy aproximada de cómo era yo entonces, cigarrillo incluido. Todas mis marionetas están a la vista, excepto ésta: porque el tiempo ha pasado para ella igual que para mí, y no quiero verla. Me hace pensar cosas extrañas. Nunca he sabido si agradecerles el regalo o no a mis amigos, la verdad. La hicieron de barro, como dios al hombre y a la mujer.
En Titirimundi participan dos compañías aragonesas de renombre internacional: Los Titiriteros de Binéfar y Teatro Arbolé. Precisamente hace unos poquitos días compré en Cálamo un libro editado por Teatro Arbolé, en su colección Librititeros, que estoy leyendo con sumo interés: “Títeres: historia, teoría y tradición”, del cubano Freddy Artiles, investigador teatral especializado en el teatro de títeres y para niños. El libro se estructura en tres partes bien diferenciadas: en la primera Artiles traza un recorrido por la historia universal del títere a través de las diferentes civilizaciones y épocas. En la segunda cuenta las formas tradicionales del teatro de títeres, como el Karagoz turco, el bunraku de Japón, las representaciones chinas, los pupi sicilianos o los títeres africanos. Y finalmente, en la tercera parte se centra en cuestiones teóricas y de técnica de manipulación. Todo ello con un montón de fotos muy interesantes. Si os gustan los moñacos, este libro es una gozada.
** Actualización: María Manuela ha recordado en su comentario la canción de Serrat, El Titiritero. Iba a copiar aquí la letra, pero mejor dejo el enlace a Cancioneros.com, donde aparece y podeis leerla. Hay una versión en un video de Youtube, pero es que es muy mala.
* La primera imagen viene desde la web de Titirimundi.

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