Angel-Luis Pujante, premio Nacional de Traducción y miembro de la International Shakespeare Association, ha hecho una brillante selección de traducciones al castellano del teatro del autor inglés, que abarcan desde el siglo XVIII a nuestros días. Así, el mérito literario de este libro es doble. Por un lado, reúne el teatro completo de Shakespeare, lo cual siempre es de agradecer. De otro, sirve para apreciar la influencia de ese teatro en el panorama cultural hispano a través del tiempo. La primera traducción de una obra de Shakespeare vertida al castellano la realizó en el siglo XVIII Leandro Fernández de Moratín. Lo usual en esa época y hasta bien adentrado el siglo XIX fue recurrir a las adaptaciones en francés que se habían realizado para la Comedia Francesa, por lo que la traducción de Moratín significó un hito cultural. Esa traducción está incorporada a esta edición. Lo mismo que parte de las realizadas a finales del siglo XIX por los anglosajones Clark y Macpherson, que aportaron su directa y más directa comprensión de ambos idiomas; el primero tradujo diez obras y el segundo llegó a traducir veinticinco. Ambos traductores optaron por respetar la alternancia estilística original que plantea Shakespeare en sus obras, al igual que otros autores del teatro isabelino: verso blanco, verso rimado y prosa, según los parlamentos y los personajes.
También ha incluido Pujante algunas de las traducciones de Luis Astrana Marín, que datan de las primeras décadas del siglo XX y que son, sin duda, las más difundidas de todas, gracias en parte a su edición en los libros de Austral, aquellos que en cuanto tenían un poco de grosor se les iban soltando las hojas, pero que nos han proporcionado tan buenos ratos y la posibilidad de acceder a tantos autores, Shakespeare uno de ellos. El estilo de estas traducciones, realizadas uniformente en prosa, ha sido siempre objeto de diatriba y calificado de ampuloso y no muy fiel al original. Hay que reconocer, sea como sea, sin embargo, el mérito de Astrana Marín en cuanto a la difusión del teatro shakesperiano.
Entre los modernos traductores se encuentran Jacinto Benavente, que se atrevió con “El rey Lear”, Menéndez Pelayo, Alberto Manent, Salvador Oliva que tradujo “Ricardo III”, siendo ésta la primera vez que se publica esta versión de la obra, José Arnaldo Márquez, Luis Cernuda que tradujo “Troilo y Crésida” en verso, Molina Foix, que ha traducido, entre otras, “”Hamlet” y “El mercader de Venecia”- ésta última es la que se incorpora al volumen , Miguel Cané, Rafael Ballester, la azteca Enriqueta González Padilla, Javier García Montes, Jenaro Talens y el propio Pujante, que ha incluido su traducción de “La tempestad”, por la que recibió el Premio Nacional en 1988.
Lo dicho es más que suficiente para hacer de este “Teatro Completo” de Shakespeare un libro de referencia. Resta, no obstante, señalar un mérito añadido, más que notable: las ilustraciones de Jaume Plensa, una de las cuales he traído hasta aquí. Plensa ha realizado un total de 52 obras originales, que aúnan pintura y fotografía. El día de la presentación del libro Plensa explicó que sus ilustraciones no son al uso, porque no ha buscado poner rostro a los personajes de Shakespeare, sino más bien buscar el rostro del alma. Plensa, que ha tenido que abandonar en esta ocasión su habitual formato volumétrico –trabaja sobre todo la escultura- por la expresión en dos dimensiones, lleva toda la vida dialogando con el dramaturgo inglés, según él mismo ha contado, y el resultado para esta obra ha sido una sucesión de rostros inspirados en los libros naturalistas y de viajes del siglo XIX. Entre las caras hay indios norteamericanos, negros, asiáticos e indígenas de Latinoamérica. Estos rostros aparecen como suspendidos fuera del tiempo, fuera del espacio, y bañados en tinta porque, según el artista, tinta es lo que derrochó Shakespeare para crear sus almas. Sobre cada rostro de Plensa cruza un vocablo inglés: country, innocence, humiliation, etc; son palabras escogidas al azar, aunque seguro que Shakespeare las utilizó en algún momento. Plensa realiza una relectura personal y contemporánea del dramaturgo inglés, a cuyo teatro proporciona nuevos hábitats.
Jaume Plensa, que en estos momentos trabaja en un proyecto para la Expo 2008, es uno de nuestros artistas más internacionales. Testimonio de ello son los proyectos internacionales en los que ha participado, como la Crown Fountain de Chicago, la escultura de luz del nuevo edificio de la BBC en Londres o el Clock’s Secret Heart, en la sede del canal NDR de la televisión alemana (Hamburgo). Los originales realizados para esta edición puede verse todavía hasta el 24 de junio en una exposición organizada en el Centro Cultural de la Fundación Círculo de Lectores en Barcelona.


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