Alguien coloca sobre la mano extendida de la figura del monumento a los Mártires de la Plaza de la Constitución una bandera republicana, viéndose muchas por la calle: no se sabe de donde las han podido sacar, con ese morado tan difícil de encontrar.
A las cinco y media de la tarde se izan las primeras banderas republicanas en los centros oficiales: en la Diputación hasta en la terraza, y en el Ayuntamiento, aunque el gobernador alega no tener instrucciones. Porque todavía no está nada claro y se teme que en el último instante se declare el estado de guerra y se vaya todo al traste, pero el movimiento ciudadano en todo el país es imparable y D. Niceto Alcalá Zamora a las 9 proclamará la República por la radio desde el ministerio de Gobernación.
La República es un hecho y no se oyen otra cosa que vivas a ella, aunque ya se sabe que un español cuando grita viva, de cien veces noventa lo que realmente quiere decir es muera otra cosa. Se ha repetido hasta la saciedad que esta fue una República sin republicanos, una sorpresa hasta para los que lo eran. Bien, pero tampoco había monárquicos, sólo en todos un anhelo de algo completamente distinto: ¡ya está bien!
A las 10 de la noche la gente estacionada en la Plaza de Aragón, frente a capitanía le pide a la autoridad militar que ize la bandera republicana, respondiendo el gobernador militar general Gómez Morato (capitán general accidental por enfermedad, se supone que supuesta, del titular) que no se niega, pero que no tiene, apareciendo a las 11 y media D. Venancio Sarría (delegado del gobierno en la Confederación Hidrográfica del Ebro, al comenzar nuestra guerra será desgraciadamente fusilado) con una gran bandera con la franja morada, saludando a la multitud subido a la verja y ondeándola entre el entusiasmo de la multitud, que ha ido aumentado en número y griterío, acrecentados cuando se iza en el mástil, saludándola Gómez Morato con un ¡Viva la República!, que produce los mayores entusiasmos, con la gente abrazándose sin conocerse, incluso a los guardias, en una jornada inolvidable, iluminándose la fachada como en las grandes solemnidades”.
(Julián Ruiz Marín. “Crónica de Zaragoza, año por año. Tomo 2, 1921-1939, p. 209-210).
Saber el día y el momento concreto le d aun toque distinto a todo, como más cercano… más real, mejor dicho, o al menos eso es lo que me pasa a mí.No sé si eran republicanos verdaderos o no, pero lo que está claro es que se alegraron con el cambio… lástima que aquella alegría durara tan poco.Besos.Rosa.
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Yo recomiendo un libro precioso editado por la Asociación de la Prensa de Madrid titulado «República, periodismo y literatura», una recopilación de artículos de prensa de periódicos de todo color del periodo 1931-1936. En especial los artículos pro-republicanos de la primera época son emocionantes.Besos, Salud y República.
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Siempre es curioso leer las crónicas de momentos que después tuvieron tanta trascendencia histórica matizados por el paso del tiempo.
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Imprescindible este post!Salud y República!Oye, ya me he bebido con mis cómplices un vinito italiano.Más rico!!!Besos,M
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Fue sin duda un día de alegría y esperanza, que siempre merecerá la pena traer a la memoria.Abrazos a todos
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