El Portero de noche me parece una joya cinematográfica, desde cualquier punto de vista posible: realización, estética, guión, trabajo actoral (magníficos Dirk Bogarde y Charlotte Rampling). Es una película de alto riesgo para todo el mundo, para los que la hicieron y para los espectadores, cuyas mentes deben desprenderse de cualquier concepto al uso y atreverse a ver y preguntar fuera de cualquier límite convencional. La relación sadomasoquista de los protagonistas, de la que parecen no poder escapar, se explica por un lado como componente del contexto social y político que la película analiza: la Europa de post-guerra y todas las secuelas de los totalitarismos de la primera mitad de siglo. Pero va más allá, a la raíz del comportamiento humano. La película desciende bajo la piel y dinamita el alma de los personajes. Ocurrida la destrucción, no hay retorno posible, viene a decir. Pero, si no recuerdo mal –no la he visto desde hace muchos años- hay momentos en que Max y Lucía llegan a ser felices, a estar bien. Ellos saben lo que son y donde están.
El portero de noche no es una casualidad en el trayectoria de esta directora, siempre interesada por los personajes y situaciones complejas. Algo que puede verse bien, a pesar de la menor intensidad dramática del guión, en El juego de Ripley.
Magda Díaz cuenta muy bien el argumento de El portero de noche y hace una valoración de la película muy ajustada. En los comentarios aportados a su post se incorporan además elementos interesantes. Yo aprovecho aquí para emplazar también a mi vez públicamente a 39 Escalones a que nos cuente, cuando pueda, algo del cine de Liliana Cavani, una directora, que yo creo excelente, y que a menudo parece ignorada por la crítica y el público. Seguro que de la mano de 39 Escalones nuestra visión se enriquece algo más.

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