Una, triste, es el fallecimiento de gran gran gran Marcel Marceau. El arte del mimo es una disciplina dificilísima. Admirable. El dominio del cuerpo y de la mente que conlleva implica un viaje a lo esencial muy complicado. Marcel Marceau lo consiguió. Verle en acción era acceder a una multidimensionalidad de la expresión que parecía salir de la nada. El gesto como comunicación esencial. De eso se nutre el mimo y Marceau era sobrio y profundo como un árbol movido por el viento.
La segunda nota es divertida, al mismo tiempo que induce a algunas suculentas reflexiones. Se refiere a un artículo que publica hoy Mario Vargas Llosa en la edición impresa de El País (solamente). Se titula “Dickens en escena”. Es imposible resumirlo. Sólo contaré que habla de la capacidad histriónica del autor de “David Copperfield”, que se pasó 17 años recorriendo escenarios y “representando” sobre ellos sus textos. Dickens se empeñó en esta actividad actoral en contra de la opinión de sus hijos, editores, amigos y colaboradores. No sólo por motivos económicos –que también, al parecer -, sino porque tenía grandes dotes interpretativas y actuar le encantaba. Explica Vargas Llosa:
“Hay una deliciosa anécdota que cuenta su hija Mamie que, un día, dormitando en el sofá, espiaba con los ojos semicerrados cómo escribía su padre. Advirtió, de pronto, que a la vez que hacía correr la pluma sobre el papel, hacía muecas, gestos y mascullaba frases entre dientes, mimando aquello que contaba. En una de esas, lo vio ponerse de pie y correr a un espejo de la habitación y, contemplándose en él, enfrascarse un momento en una delirante representación en la que hacía morisquetas, guiños y caras, como midiendo las expresiones que quería escribir. Y lo vio, con el mismo ímpetu, regresar a su escritorio y seguir escribiendo. Su padre escribía actuando. No es raro, por eso, que, en una de sus cartas, Dickens afirmara: Todo escritor de ficciones escribe para el escenario. Por lo menos no hay duda de que él lo hacía”.

Mr. Charles Dickens’s Last Reading.
(Leighton, George C.: “Illustrated London News Vol 56” (1870)
Cuenta Vargas Llosa que hay evidencias de que el autor inglés no se limitaba a narrar sus textos, con más o menos gesticulación. Los adaptaba, construyendo auténticos guiones para las tablas en los que iba introduciendo elementos nuevos, y los representaba como un verdadero actor. Lástima no tener imágenes en movimiento de aquel “monologuista” de lujo.

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