las durísimas condiciones de la vida de la mayoría en el pasado en este país -todavía somos muchos los que tenemos o tuvimos padres que apenas pudieron hacer nada más que trabajar-,
la visión sobre los discapacitados y de sus inhumanas condiciones de vida antaño -sobre todo en los cerrados universos rurales-, (cómo lo cuenta Antón puede, desde nuestra actual percepción, parecer incluso irrespetuoso, – y desde luego duele – pero era así, era así, no hace tantos años en muchos lugares)
la posibilidad de saltar por encima de todo ello en virtud de algo tan simple como el amor y la bondad: la esencial comunicación

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