Daniel vino ayer por la mañana a casa, a buscar el regalo que le habían dejado los Reyes Magos. Api, su profesora de terapia ocupacional había recomendado algunos tipos de juguetes que podíamos pedir a Papá Noel y a los RRMM (*). Por eso, el regalo que tenía en casa de los tíos, de parte de los RRMM, era un juego de figuras magnéticas de Barrio Sésamo y diferentes temas cotidianos, para que Daniel ejercite su motricidad fina en las manos. Pero claro, esas figuras “no hacen nada” por sí mismas. Así que el juego, de entrada, le gustó más bien poco. E hizo constatable su protesta. Entonces le di la caja-reloj de música, y le dije que este era un regalo de un amigo mío. A Daniel le cambió la cara. Alargó los brazos, cogió la caja, le dimos cuerda, sonó la música y ya no se borró la sonrisa del chaval en todo el rato. Le despedí en el ascensor, agarrado a su caja de música que no podía dejar de sonar.
(*) El tema de los juguetes para niños con discapacidad llegará en un próximo post.

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