
Te lo habrá dado todo
y aún así será poco.
No hay amores que se consagren al desierto
y no fenezcan en la larga travesía de una duna.
Porque quizás del amor
sólo vale el verso incontestable
de un cuerpo a cuerpo,
o el trayecto imposible de un silencio
de tus ojos a los suyos
y, en ese vértice,
la insinuación y el escalofrío de una caricia.
Este es el poema que abre el libro «El error de las hormigas», de Fernando Sarría, publicado por Eclipsados, que se presenta en la FNAC de Zaragoza el jueves, día 29, a las 20.00 horas. Estarán con el autor Nacho Escuín y Manuel Vilas.

Hay un poema, no incluido en el libro, que su autor sitúa sin embargo en el origen del mismo:
El lenguaje de las hormigas es húmedo, constante,
ligero pero lleno de matices y sabores.
Nada se determina de antemano,
reconocen las sendas claras y oscuras de la tierra,
de un cuerpo sonrosado y de un anhelo.
Su murmullo es la marca de su saliva,
la piel siempre deseándolas
y aunque cierren los oídos, las ventanas,
las puertas de la cama,
ellas, pacientes,
sabrán esperar.
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Wikipedia opina de las hormigas:
«La comunicación entre las hormigas se produce principalmente a través de feromonas. Debido a que la mayoría de los tipos de hormigas están todo el tiempo en contacto con el suelo, estos mensajes químicos están más desarrollados en ellas. De este modo, por ejemplo, cuando una hormiga recolectora encuentra una fuente de alimento, deja un rastro químico en el suelo en su camino de vuelta a casa. Cuando se encuentra con otras hormigas, les comunica el hallazgo regurgitando parte del alimento y las invita a seguir el rastro mediante señales táctiles. Cuando éstas vuelven también al hormiguero, refuerzan el rastro, atrayendo así a más hormigas, hasta que la comida se termina, de forma que a partir de ese momento el rastro no es reforzado y se disipa lentamente.»
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