Me perdí ayer la cuarta sesión de Poesía para perdidos 2009. Tengo excusa: un resfriado que ha pasado sobre mí como una hormigonera. Los resfriados son crueles: te apartan de casi todo: te arrinconan, y además son contagiosos.
Ayer leyeron en La Campana de los perdidos Alfredo Saldaña y Mariano Castro. Tocó Nadie. Y podéis saber lo que ocurrió a través de las crónicas de Manuel Forega y Fernando Sarría, por ejemplo.

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