Hoy he venido andando a trabajar.
Tengo un camino privilegiado para ir desde mi casa al trabajo. Aunque el clima exigente de esta ciudad lo convierte en inhóspito a menudo. Sobre todo si hace viento. Hoy hay cierzo, pero no machaca.
Cruzo el río en alto. La rehabilitación del puente de la Almozara permite al transeúnte casi levitar a la altura de la línea del horizonte del Ebro. Iba pensando algunas cosas esta mañana, mientras cruzaba el puente: en ésto de levitar, de caminar neumáticamente como los supertrenes japoneses, pero despacio. También se me ocurrían otras cosas, en relación con Pop-pins. Y me ha dado rabia porque no podía pararme a anotar, ni aún en el iphone: no sé caminar y escribir al mismo tiempo. Estas cosas no me gusta grabarlas: luego las oigo raras. Y pensaba que me gustaría poder desplegar algún tipo de dispositivo pequeño en plan de holograma, que no desvirtuase el paisaje y que me dejara ir haciendo anotaciones, etc. Esto debe ser -también me he dicho- por mi obsesión relativa con la cosa de la cibercepción (igual mañana o pasado pongo el texto que está en Narrativas 20 y que también saldrá en Imán (AAE). Pero no importa.
La cosa es que cuando llego al trabajo y empiezo con mi repaso a la prensa veo ésto:
y ya soy partidaria de la tecnología háptica (http://www.lacatedralonline.es/innova/noticias/5241-tecnologia-haptica-otra-vuelta-de-tuerca-a-la-realidad-virtual)



Replica a Luisamiñana.blog Cancelar la respuesta