Llueve a mares y baja por la cuesta de Ave María
el líquido amniótico de los sueños.
Bajan las cicatrices, las llamadas perdidas,
la barbie abandonada y un árbol del amor,
los condones suicidas y los huesos de pollo,
el llanto de las razas, los mensajes borrados,
la belleza sin sitio, las fotos del eclipse…
Los juguetes enfermos, los dioses que no cambian,
los extractos del banco, las sillas de tres patas.
Sale la luna en Sombrerería y sale el sol en Olivar.
Un río ineludible de preguntas
desciende a la boca del Metro,
un ángel que volaba hacia atrás,
el alquitrán del miedo,
un corazón con brazos del Ikea,
frascos de jarabe caducado.
Pecados que no vieron amanecer,
belleza que no encuentra reposo.
Está lloviendo a mares en plaza de Lavapiés
y soy esa mujer que lleva escrito un No.
FLORES DE LA DEMOLICIÓN
Te he amado, sí, te he amado
con tigres en la cama y emboscadas.
No quedan huellas
de nuestra sed sobre la Vía Láctea,
los pirotécnicos me preguntan por ti,
las flores de la demolición comienzan a cantar.
Ahora que no estás ya no hay destino,
ni calles para el vino y el verano.
Hemos tocado los plátanos del cielo
y despertado en el Popocatepelt.
Vuelve la Tierra a ser redonda
y el libro de las sonrisas lo ha apagado la lluvia.
Gira sobre sus goznes el Purgatorio.
Que el tiempo y la memoria sean benévolos contigo.


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