Paul Cézanne. La maison du pendu, Auvers-sur-Oise, 1873. Oleo sobre lienzo. Musée d’Orsay. ©photo Musée d’Orsay
Es un cuento inspirado en los mismo hechos reales de que habla otro relato, 1950, incluido en La arquitectura de tus huesos. Dos relatos de estilo narrativo muy diferente, creo, que utilizan voces distintas, tiempos dramáticos disparejos y que lanzan interrogaciones que no se excluyen, sino más bien se suman de uno a otro.
Ambos hablan de una mujer, que vivió en una localidad aragonesa desde finales del siglo XIX hasta 1950. Una mujer a la que le pasaron por encima muy cruelmente las consecuencias de las sucesivas guerras en las que se vio envuelto este país: Cuba, Marruecos, la Guerra Civil. En ellas perdió dos maridos, dos hijos, un yerno y dos nietas. Perdió toda la vida. Y siguió viviendo.
Una figura que me impresionó vivamente, cuando leí las no menos impresionantes memorias de Jesús Pueyo, un hombre sin más, de vida intensísima y complicada. Memorias a las que llegué de la mano de Jesús Malón, el hombre que tiene una tienda de prensa y libros en Zaragoza, un quiosco en torno al cual aglutina una pléyade de buenos e intensos lectores y discutidores, de aficionados al cine también, cuyos comentarios y análisis sobre Pan de Oro me han dejado con la boca abierta en más de una ocasión. Jesús Malón es un quiosquero vocacional diría yo, que ha vendido, insólitamente, más de trescientos ejemplares de Pan de Oro, y que ahora prepara la publicación de un libro sobre la memoria histórica, convencido como está de que al futuro se llega mejor sobre dos patas. Por ambas cuestiones, mi reconocimiento.

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