Sgue, sigue…Hay varios lugares que puedes glosar tan delicadamente, con esa enorme sensibilidad teñida de suave nostalgia y, de verdad, sin atisbo de cursilería…Sería un gran libro. Besos.
Me gustaMe gusta
despierto en la flor…quizás allí también se quedó parte de mi yo, mis risas, algún lamento…sobre todo ganas de vivir que siguen esperándome mirando a través de esos visillos…besos
Me gustaMe gusta
Queridos hay lugares sin los que no seríamos ni lo que somos y como somos. Y creo que ayudan a renovar esas ganas de vivir, seguro.Ese libro del que hablas, Miguel Angel, creo que lo harías tú mucho mejor…Kssss
Me gustaMe gusta
Veinte años en Zaragoza ya y ¿te lo puedes creer? nunca he estado allí. He pasado cerca muchas veces. Incluso no hace mucho disfruté unos minutos mágicos con un amigo querido en un café muy cercano. Mi memoria, no me preguntes por qué, ha ligado ese restaurante, en el que no estuvimos, con ese momento inolvidable. Me sentía guapa. Sobre unos tacones de vertigo. Y feliz. Muy muy feliz.
Me gustaMe gusta
Lo decía alguien en una obra de teatro: "He trabajado en Zaragoza; no es París, pero algo se le acerca…". Pues eso.Besos.
Me gustaMe gusta
Sí que parece una esquina francesa, no sé porqué pero cuando la he visto me ha traído a la mente la peli de "Amélie"… asociaciones rarunas que hace a veces mi neurona :P genial texto, me ha encantado leerlo, y me has dejado con ganas de probar la tarta, jeje. Si alguna vez haces un libro así, avisa.Besos.Rosa.
Me gustaMe gusta
En esa foto faltas tú con esa "boina" tan chula mirando a través del cristal si ha llegado tu acompañante. Jeje.A mí la Flor me recuerda sobre todo a mis tiempos universitarios: los crêpes tras una buena nota sabían divinos (y cuando la nota era mala consolaban una barbaridad).Lugares mágicos.
Me gustaMe gusta
¡qué texto tan precioso Luisa! Me ha parecido estar allí.Es una descripción llena de vida, vivencias y cariño.Humana y evocadora.Besazos, guapa
Me gustaMe gusta
Queridos todos: estáis al completo emplazados a degustar las suculentas crepes y la indiscriptible marianela en una "gastronómica sésion" colectiva de miradas entre visillos…Besos a repartir.
Me gustaMe gusta
Entramos a La Flor de casualidad. Recuerdo que hacía mucho frío. Estaba completo. Una pareja se iba en ese momento y nos invitaron a esperar.La mesa estaba al lado de la puerta. Nos pasamos la cena comentando la indumentaria de todos y cada uno de los comensales que salieron del local. También recuerdo que nos reimos mucho. Tendré que volver… me temo que no miramos al techo.Salu2 Córneos.
Me gustaMe gusta
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Me gustaMe gusta
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Me gustaMe gusta
Replica a Fernando Cancelar la respuesta