Me ha parecido muy intersante, Luisa, es una pena que La Vanguardia no llegue hasta Oviedo.No tengo muy claro si todo lo que está pasando servirá para que la gente cambie de hábitos y de forma de actuar… pensándolo bien soy más bien pesimista, dejar atrás la avaricia, la ambición o la envidia no resultará fácil para muchos. Es más fácil y cómodo intentar seguir como hasta ahora pase lo que pase y a costa de quién sea.Creo que me he levantado con una nube negra en la cabeza, te juro que suelo ser más optimista.Un abrazo.
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Magnífico texto el que nos traes Luisa. Me quedo con la idea que sugiere el comienzo: dejar que la economía discurra al margen de las personas y el mundo es la base del inmenso error.Desde ahí, con un poco de la codicia desmedida propia del género humano, llegamos a casi todo. ¿Que nos puede extrañar?Quisiera pensar que sabremos sacar una buena lección de esta debacle, que quien tiene en su mano ayudar (o no poner zancadillas) al cambio de actitud, de rumbo, sabrá hacerlo.Si, ya, yo siempre la botella medio llena. Que quieres: lo necesito.Besos de domingo soleado.
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Muy interesante el planteamiento, sí. Una economía como si la gente fuera importante… qué paradoja. Pos lo que a excesos de consumo y desigualdades económicas se refiere, es muy recomendable el libr de Adela Cortina, «Por una ética del consumo», en donde, además, se hace un profundo análisis sobre la enfermiza relación entre consumo e identidad.
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Como dice Inma, el hecho de que la economía haya siempre existido al margen del resto de las cosas es el error, pero sinceramente, no sé si la situación de ahora ayudará a que algo cambie. Creo que el mundo se limitará a capear el temporal como buenamente pueda y cuando vengan tiempos de bonanza otra vez, si alguna vez se planteó algo de esto, lo olvidará felizmente hasta la próxima crisis… después de todo, creo que siempre se ha sabido que las cosas así no estaban bien, pero mientras las vacas fueran gordas, tanto daba… en fin, ojalá yo me equivoque de cabo a rabo, pero me temo que de momento soy pesimista en este sentido.Besos.Rosa.
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Yo tampoco soy muy optimista, Lucía. Me gustaría mucho pensar que esta crisis pueda despertarnos de esta vorágine en la que nuestro mundo se desconyunta. Pero todo lo que percibo hasta el momento en cuanto a propuestas de resolución me suena a más miopía, más intereses creados, más cobardía, más de lo mismo.En fin.Un beso—————Sabía yo, Mima, que ese texto te iba a gustar. Me acordaba de ti, que sabes muy bien analizar lo que está sucediendo, cuando lo transcribía. Creo que su aportación es precisamente esa, la de ver el hecho económico como un hecho humano, no por encima de… Quiero pensar en la botella medio llena, pero me cuesta mucho, lo confieso. Escéptica que es una.Un beso, reina———————Hola, Flavia. un gusto tenerte por aquí. Le sigo la pista al libro que nos citas. Necesitamos insistir mucho en planteamientos como éste de Jordi Pigem, o ese que tú citas de desmontar la identificación entre individuo y «marca» o forma de consumo. Ojála al menos esta crisis fuese catártica.Un abrazo
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Rosa, ojála te equivoques, sí, como bien dices. También como tú creo que las funestas consecuencias que podría acarrear la desmesura en la que vivimos se han sabido desde siempre; quizás no se han parametrizado al milímetro, pero seguro que se han establecido de alguna manera. Daba igual mientras no afectara al corazón del sistema. Y se pensaba, y ahí el error de cálculo, que ese infarto en todo caso se produciría más tarde. Tampoco hemos aguantado mucho: el crecimiento piramidal sobre la nada ha sido tan desmesuradamente exponencial en estos últimos veinte años que hemos perdido perspectiva y no hemos sabido ver que la salud previa del sistema tampoco era demasiado maravillosa. Ya veremos.Un beso.
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Yo pensé en una botella medio llena, y luego apareció un banquero y se la bebió… El problema es incluso pitagórico, de santificación de los números: cuantificarlo todo, el éxito, la felicidad, la realización de las personas. Tomar los números como instrumento de juicio, de valoración, es lo que nos ha llevado a esto.Besos sin cuantificar.
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