Síntomas de la entropía

Vi el «cara a cara» entre Mas y González en «Salvados» (La Sexta). Parecían dos personas razonables. La culpa siempre es de otro. No digo que no lo sea. No digo tampoco que lo sea. Muchas cosas están mal hechas.  González y Mas intercambiaban miradas de cierta complicidad. Eso me parece políticamente coherente para ambos, llegado al punto al que hemos llegado en el «tema catalán». Pero no es de política de lo que quiero hablar brevemente. González dijo que la Lengua es fundamental. Y González dice la verdad. La identidad de una colectividad pasa ineludiblemente por la lengua común. Es evidente que si no fuera así, no habría cientos de cientos de cientos de lenguas diferentes. La identidad pasa por la Lengua, pero va más allá. Yo creo entender muchos de los componentes de la particular identidad de Cataluña. Fui charnega. No sé si aún lo soy. Aunque sigo reconociendo una empatía especial hacia muchos aspectos de la sociedad catalana (que, en general, admiro). Pero, como ciudadana de otro territorio que ya soy también, igualmente entiendo los recelos que algunas actitudes oficiales catalanas despiertan en otros lares peninsulares: sus métodos propagandísticos no son siempre muy ortodoxos. Podríamos, por ejemplo, simplemente señalar el descaro con que se han manipulado los términos históricos de la antigua Corona de Aragón, generando (de forma innecesaria, ademas, a mi entender, pues siempre estuvo claro dónde radicó el centro efectivo del poder en aquella federación: en Cataluña) unos cuantos sentimientos de agravio. En todas partes cuecen …  Pero la historia quizás nos preocupa poco, lastimosamente. Bueno. He visto hoy, en un informativo de mediodía (no sé si recogida la noticia o destacada con intencionalidad, en todo caso cierta) el relato del caso de una familia a la que la Generalitat recorta drásticamente la ayuda económica para su hija con parálisis cerebral y un grado máximo de discapacidad reconocido. La Generalitat envía una notificación con la casilla de aceptación del drástico recorte ya señalada a priori (voluntad ciudadana interpretada), y amenaza con que si no se produce tal aceptación «por defecto» y se procede al recurso, el ciudadano en cuestión corre el riesgo de perder toda la ayuda. Suena bastante miserable. La Generalitat, que sostiene tan alta la voz de su legitimidad representativa, que lo hace con tanto orgullo herido, se ha puesto a regatear con sus ciudadanos más débiles.  Para mi no es demagogia afirmar que resulta muy extraño y contradictorio que el mismo gobierno que defiende la identidad propia de su ciudadanía, no entienda que su  obligación más perentoria es cuidar de sus miembros más débiles . He señalado un caso relacionado con la discapacidad, porque mi antena está muy desarrollada hacia ello, pero pongamos emigración, pongamos parados, pongamos niños mal nutridos, pongamos… Un gobierno  no puede aparentar durante mucho tiempo hacia el exterior una cohesión social que no existe, que no fomenta con sus políticas reales. De lo contrario, quizás habrá identidad. Pero  pronto no habrá ciudadanos que la sostengan; pronto la identidad colectiva no aliviará el dolor real, ni la precariedad inmediata, ni la falta de perspectiva futura. Y eso me vale para Cataluña y para España, para Europa y para la Luna. La verdad es que la manipulación y el poder ejercidos a partir de la  desigualdad son claves en primer término de la política actual. Crea uno en lo que crea, conviene no perder ambas cuestiones de vista, estimados ciudadanos. Por algún lado nos la estarán pegando. Partiendo de aquí, todo ciudadano tiene el derecho y el deber de ejercer esa ciudadanía (o de no hacerlo – vía hartazgo, quizás-, lo cual no tengo claro que no vaya a ser peor, pero …)

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