(Artes & Letras -Heraldo de Aragón- celebra 500 números con una exaltación del libro, de la lectura y del coleccionismo). Mi texto aparecido en ese n. 500, 30 de abril de 2015:
Cuando hace más de cien años (tiempo mental) comencé a frecuentar las bibliotecas, entraba en ellas con un temor y una emoción jóvenes y casi religiosos. También con una ansiedad bulímica, que no calmaba (más bien al contrario) la concatenación mágica de posibles mundos que los libros prometían, e incluso, antes que los libros, la fichas catalográficas, tan ceremoniosas, tan rigurosas, casi sacramentales. Me esforzaba mucho por no desentonar con el entorno. Yo quería estar a la altura, en forma y fondo. Sobre todo en las bibliotecas catedralicias, como la Universitaria de Zaragoza, en la que terminé, al cabo de los años, por imperativo académico, consultando y leyendo maravillosos libros del siglo XVI. Cien años, o más, después, el conocimiento y la vida, más simbióticos que nunca, se han vuelto ya inclasificables mediante protocolos documentarios, y muchas bibliotecas, como Cubit, han comprendido bien que a ellas les toca ahora aproximarse a los jóvenes como en la plaza, en zapatillas y visera, para seguir acercándoles el saber otros cien y cien años.
Magnífico artículo.
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