Esta bella imagen corresponde a una captura de pantalla de una composición poética, The sweet old etcétera, una reinterpretación realizada en formato digital y en clave de poesía cinética por Alison Clifford (http://www.sweetoldetc.org), a partir del famoso poema del mismo nombre de E.E. Cummings, publicado en 1926, dentro de la colección “Is 5” (Ver por ejemplo en Buffalo Bill ha muerto, Antología poética 1910-1962, Hiperión 2006)
Para quien piense todavía que la poesía digital o electrónica es un género debido únicamente a la intromisión de la tecnología en el método literario (o incluso que no es literatura), la revisión del poema de Cummings y de sus elementos y características estructurales y estilísticas puede ser una buena forma de resumir algunos de los puntos nodulares que conectan las nuevas formulaciones poéticas y literarias electrónicas con su tradición escrita en papel.
Además, conviene, antes de nada, recordar que dentro de esta misma tradición han existido prácticamente siempre corrientes literarias, llamémoslas lúdicas y poco acomodaticias -por no atribuirles sin más la bandera de la vanguardia, que no les corresponde en exclusiva- empeñadas en liberar el discurso literario del soporte estático (piedra, papel, pergamino…), a pesar de las dificultades evidentes para ello impuestas por las limitaciones tecnológicas. Lo cual ya no ocurre evidentemente en el presente.
Bien, entre los elementos propios y, de alguna manera, naturales de la literatura electrónica se suelen citar (junto a otros como la codificación o la multilinealidad) la textualidad, la interactividad, la espacialidad, el grafismo, la hipertextualidad, la incompletitud. Son características que pueden encontrarse implícitos en el poema de Cummings, que en el momento de su divulgación llamó la atención especialmente por su anarquía ortográfica, su desestructuración gramatical, los sobreentendidos poéticos del discurso, la libertad tipográfica. En el original The sweet old etcétera, Cummings, poeta y artista plástico, utiliza las distorsiones textuales como forma de eficacia visual en un proceso creativo que no está ajeno a las teorías cubistas de la pintura o a las yuxtaposiciones e iteraciones compositivas de la música de Satie. La máquina de escribir no es extraña a todos estos planteamientos poéticos de Cummings (como no lo fue a los de Ezra Pound y Elliot; la tecnología siempre está ahí).
También nos interesa particularmente la posibilidad de intervención inmersiva por parte del lector en el poema de Cummngs. Gracias a la no delimitación gramatical, Cummings deja en manos del lector completar el sentido del poema, que aparece como una propuesta básica, aunque trascendente, en torno a lo que la Gran Guerra ha supuesto para la gente de a pie (todos estaban luchando), que se ramifica a su vez en el propio poema en función de las actitudes de cada uno de los personajes citados (mi madre esperaba que muriese – mi padre decía que era un privilegio – mi hermana hacía cientos de calcetines …), y que sigue ramificándose en los sucesivos sentidos que las posibles recomposiciones legibles de cada lector aportan gracias a su provocadora anarquía ortogramatical, y gracias a la función como sinécdoque total del término etcétera, que se reparte aquí y allá: etcétera es cualquier cosa que uno quiere que sea y a la vez aquello que todo el mundo sabe que es.
En realidad, Cummings reduce su propuesta poética a lo mínimo; simplifica, poda el lenguaje escrito para precisamente darle más libertad a través de su recolocación visual y de la apropiación por parte de un lector no condicionado por una estructura previa de pensamiento. Cummings no cierra, no completa, el lector siempre puede volver a empezar.
A esta minimalización estética y a esta idea, un tanto mítica, de provocar la posibilidad de un sentido siempre recomenzado, responde también la bellísima ideación en flash de Allison Clifford, quien comenta lo siguiente acerca de su trabajo:
The Sweet Old Etcétera es un proyecto web interactivo basado en la poesía de ee Cummings. La poesía ee Cummings es muy visual, lúdica y experimental. The Sweet Old Etcétera interpreta sus poemas para generar una obra dentro de un nuevo contexto mediático; selecciona e introduce capas adicionales de significado a través del uso del movimiento, gráficos, sonido y programación. El proyecto espera poder ofrecer una respuesta fresca a la poesía impresa, con el objetivo de liberarla de los confines de la página física, al tiempo que se trabaja un entorno digital de una manera lúdica.
No se trata de una versión del poema de Cummings. Se trata de una apropiación del carácter del poema y también de la técnica utilizada para su composición. Con ellos Alison Clifford idea una obra propia y distinta, aunque ciertamente ésta se desarrolle a través de una especie de alusiones o citas al poema de Cummings: el uso personal del paréntesis (que Clifford convierte en una danza de estos signos, entre los que anidan términos gozne, que vienen y van…), el aprecio por los espacios vacíos en la página (que en el poema digital de Clifford se traducen en una estética limpia, clara, minimalista también), la grafía indiscriminada: las letras y las palabras son ramas de un árbol, o son signos danzantes, o son paisaje … al fin y al cabo cada letra, cada sílaba son una forma de materia y vienen y van, están o no están, y en todo ello hay o puede haber un significado … Etcétera.
Justamente este Etcétera decisivo se correspondería en el poema cinético y visual de Clifford con un paréntesis que de forma constante aparece pendiente de la rama del árbol, un paréntesis en principio vacío pero activo, y que al ser interrogando con el cursor genera cada vez una nueva frase o composición.
Finalmente, convendría destacar también en el Etcétera de Clifford el papel destacado de los grandes asteriscos negros y rojos, dispuestos como en un pentagrama sobre las líneas de texto que dibujan las colinas del paisaje. Estos asteriscos son notas musicales, que pueden ser interpretadas mediante el cursor del ordenador, y son además una nueva cita a Cummings, cuyos poemas en general alcanzan una corporeidad completa si son leídos mejor en voz alta, como un jazz sincopado.
Un lenguaje que contiene en sí mismo forma, movimiento, música, es el común denominador de la poesía de Cummings y de la poesía de Clifford. Y de una forma u otra es la aspiración y el desafío creativo que recorre desde tiempos casi inmemoriales la vieja poesía: desde los carmina figurata de los poetas alejandrinos, como los atribuidos a Simias de Rodas, hasta los caligramas de Apollinaire o Papasseit o la poesía futurista de Marinetti, pasando por Mallarmé (Un coup de dés) o mucho antes por Optaciano Porfirio, un poeta latino de la corte de Constantino el Grande, autor de poemas jeroglíficos. La tecnología expande y acrecienta sin duda las posibilidades mágicas del lenguaje poético, pero desde luego no las crea desde la nada. Al menos, por ahora.
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