(Publicado en Arts&Letras, 29-11-18)
Chalkroom es una instalación de realidad virtual, construida por Laurie Anderson y Hsin-Chien Huang, en la que el lenguaje se crea y se desvanece, nos acoge o nos golpea, abre caminos y puentes, a través de los cuales casi volamos, o los disimula. En Chalkroom, la tiza que desvela el interior de la habitación oscura, genera un lenguaje que no sólo comunica un contenido o incita nuestra imaginación, sino que también construye el propio espacio necesario para materializar y desmaterializar cada uno de los múltiples significados posibles. Letras, palabras que se aparecen y desaparecen, que se transmutan en puertas, árboles, nubes, masas incandescentes, …, y que, junto a dibujos e historias breves y fragmentarias que vamos encontrando, nos conducen hacia unos u otros mensajes, en función de la dirección hacia donde el visitante, provisto de sus visores, dirija su mirada. El algoritmo expande ese simple gesto en una metamorfosis generativa y multiplicadora. El algoritmo es la tiza.
Artista visual, electrónica y multimedia, compositora e instrumentista, vocalista, poeta, fotógrafa, cineasta, la actitud de Anderson ante la creación es totalizadora y transversal (http://www.laurieanderson.com). Se comprende así su manera de afrontar la realidad virtual, no como una sucesión de acciones en seco, al modo de la mayoría de los videojuegos, sino como una combinación y diversificación de posibilidades, a través de las cuales Anderson representa sus historias. “Cuento historias”, insiste varias veces la artista, durante la charla que ofreció el pasado día 15 de noviembre en el Espacio Fundación Telefónica, dejando claro que para ella el valor de la realidad virtual como herramienta artística está en la fortaleza y profundidad con que las múltiples experiencias de los visitantes-participantes completan y modifican la propia experiencia de la autora. “Un lugar en el futuro, que recuerda el presente”, dice también Anderson respecto a Chalkroom, porque las propuestas de transformación y metamorfosis encierran tanta desaparición como memoria.
Si adelgazamos al máximo la construcción estética de Chalkroom, en busca del puro sentido estético y ontológico, esta bellísima instalación conecta con la tradición de transversalidad entre géneros de las vanguardias de cualquier época: con las maravillosas esculturas de Plensa, pero también con los caligramas –que, en su bidimensionalidad, pretendían ya construir arquitecturas y espacios -, e incluso con la vocación ontológica –y teofísica- del Ars Combinatoria de Ramón LLull.
Chalkroom recibió, en 2017, el Premio Best VR Experience en la 74 Edición del Festival de Cine de Venecia. Ha recorrido algunos de los principales museos de Europa y EEUU. Ahora se exhibe en Madrid, por primera vez en España, en el Espacio Realidad Extendida de la Fundación Telefónica (https://espacio.fundaciontelefonica.com), hasta el 13 de enero, dentro de las actividades del Festival Rizoma (http://www.rizomafestival.com)
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