Nosotros, los impíos

Cuando a mediados de marzo pasado tuvimos que pararnos y quedarnos en casa, mis reflexiones y emociones más inmediatas se inclinaban, seguro que como las de muchos de vosotros, por el lado de la quietud. La canción “Calma” de Coque Malla (el vídeo oficial en Youtube tiene fecha de 6 de abril) ordena y expresa muy bien esa extraña armonía que sentimos al comienzo del confinamiento; como un, muy poco antes inverosímil, equilibrio entre la calma y la estupefacción. Proliferaban por entonces en las conversaciones y las opiniones en los medios de comunicación el deseo de que este tiempo nos ayudara a reflexionar, a redireccionar nuestros objetivos como humanidad, a mejorar … un antiguo romano de bien hubiera dicho a ser más piadosos. Personalmente percibía como si la gran mayoría de nosotros hubiéramos estado esperando esta oportunidad (no la causa que la produce) de respirar más lentamente. Como muchos, lo sé, pensé que quizás fueran a ser días internamente fructíferos, aunque el temor y el dolor fueran graves. Ya se sabe que las más devastadoras desgracias pueden fortalecernos, si no nos quebramos, si resistimos aun zarandeados, como los juncos. Han pasado las semanas. He trabajado mucho, y el trabajo me ha absorbido mucho y me ha hecho daño a veces. Un daño moral, angustia, ansiedad. Nada especial ni preocupante a estas alturas de mi vida. Seguramente a causa del trabajo he vivido mi encierro muy pegada al día a día, muy asomada a los datos, los análisis, los altibajos de humor y temple de la gente. Y sé que en medio de esta quietud del mundo no ha habido paz para nadie, o para casi nadie. No podía ser. Pero lo más inquietante y desolador es que en esta quietud ha habido muy poco pensamiento (con magníficas excepciones, por supuesto, que tanto se han agradecido). Mi percepción (ojalá sea errónea, ojalá) es que el primerizo equilibrio, la debutante calma, la esperanza posible tras la desolación, de la que hablabais algunos, han sido un espejismo, un falso holograma de la realidad interior de cada uno de nosotros. La vida destroyer de la que venimos nos tiene bien pillados, compañeros, a todos. No vamos a parar. Que los dioses, los que sean, nos ayuden y tengan de nosotros más piedad de la que nosotros nos tenemos

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